Queridas todas mis compis-alumnas de talleres de empoderamiento corporal:
!Se acercan las vacaciones estivales y también un cierre de ciclo! Con la alegría que ello supone y también al tristeza de no vernos en un tiempo o más... Ya sabéis que yo enfatizo cuando la ocasión se da, que es importante vivir en el presente, y practicar el poder del ahora. Pues bien voy a cerrar este ciclo en el blog con este asunto... y os traigo este artículo que he seleccionado porque me parece bien contado y preciso. Espero que os guste y ayude a !Vivir plenamente en el presente!!
Con muchísimo agradecimiento por vuestro cariño, confianza en mi y paciencia también con mis errores, os deseo un maravillosos verano.
Namasté.
Inés
Decía el maestro tortuga al oso panda en la película de Disney Enfunda Panda
que se preocupaba demasiado por lo que ya fue y por lo que será y que
hay un dicho -el ayer es historia, el mañana es un misterio, sin embargo
el presente es un regalo, por eso se le llama presente.
Perdemos
el tiempo y la energía enredándonos en recuerdos del pasado, la mayoría
de ellos dañinos, y también nos atormentamos con un futuro que deseamos
adelantar y planificar.
Los niños quieren ser adolescentes, los
adolescentes, adultos, los adultos, más jóvenes. Muchas son las personas
que no son felices en su tiempo y anhelan estar en otro. Y ni viven el
tiempo que tienen, ni pueden regresar al pasado o viajar al futuro.
"¡Ay
si yo tuviera tu edad, la de cosas que haría!", "¡Ay si fuera mayor!".
Vivimos en el pozo de las lamentaciones mientras perdemos el único
tiempo que tenemos, el presente.
Nuestra mente está preparada
para acechar peligros de los que ponernos a salvo. Pero hoy en día hemos
convertido en peligros situaciones, personas y emociones que no lo son,
o que no necesitan de nuestra respuesta suspicaz y vigilante. No hay
lobos, ni leones, ni mala gente rodeándonos. O por lo menos, no son la
mayoría. Pero aun así juzgamos, anticipamos fracasos e infortunios y
rumiamos el pasado para sentirnos culpables y aprender de ello. Y entre
uno y otro, dejamos de estar vivos.
Lo peor de todo es que esta
conducta de mirar atrás y hacia delante rara vez nos aporta soluciones o
felicidad. Al revés, suele asociarse a sufrimiento e incertidumbre. Una
de mis pacientes con ansiedad -la verdad es que tengo muchos con
ansiedad- me contaba el otro día que lleva diez años atormentada con la
idea de que un día, en alguna reunión de trabajo o en cualquier
situación, le dé un infarto. Su ansiedad le provoca agitación y
palpitaciones que enseguida interpreta como la antesala de un infarto.
Llora y sufre muchísimo cada vez que tiene que exponerse a una situación
estresante porque no quiere morir de una parada cardíaca. El otro día
le dije: "Llevas diez años anticipando un infarto y sufriendo en
situaciones que podrían ser maravillosas por miedo a que te dé, incluso
has limitado tu vida sin ir de viaje o casarte por miedo a morir de un
ataque, pero dime, ¿cuántos infartos te han dado?". La respuesta ya me
la sabía, "ninguno". Diez años sufriendo con un futuro que nunca
ocurrió. Diez años sin vivir un presente que podía haber sido mucho más
tranquilo y del que podía haber disfrutado más. Parece mentira, pero
ella nunca se había hecho esta pregunta.
Siete consejos para disfrutar un poquito más del presente.
1. Aprieta el botón de pausa.
Este es el primer paso. Tener la intención de parar. Tienes que tener
una señal, un anclaje que te recuerde el deseo de vivir en el presente.
Anticípate a la situación diciendo: "Ahora, pausa". Utilízalo cuando
escribas algo a ordenador, cuando salgas a hacer tu deporte, cuando te
sientes a ver la tele, a comer, a hablar, cada vez que descuelgues el
teléfono. Pausa significa que vas a atender lo que ocurra en ese
momento, dejando que tu atención y tu respiración estén en el presente.
Pausa es atender lo que ocurre en el ahora. Y si llega algún pensamiento
o preocupación que atormenta, o un mensaje al móvil, déjalos estar.
Basta con que no converses con tus pensamientos ni les prestes atención.
Ya se aburrirán. Tú solo vuelve al presente atendiendo lo que está
ocurriendo en ese momento.
2. Ten más paciencia. No
pites, no grites, no mires el reloj continuamente, no pongas mala cara
cuando alguien se atasca en la cola del supermercado, no te enfades si
avanza más la otra cola del banco que no elegiste, no cruces en rojo
para los peatones, no verbalices "es que tengo mucha prisa". Nada de lo
expuesto te ayuda a que el mundo ande más deprisa, pero sí desencadena
en ti ira, frustración y ansiedad.
3. Actúa lento.
Camina despacio, conduce sin prisa, come saboreando, comunícate
escuchando y piensa antes de actuar. Al final del día habrás perdido
veinte minutos que habrán mejorado mucho tu calidad de vida, y la de los
que conviven y trabajan contigo. No hay nada más estresante que una
persona pasada de rosca que vive deprisa.
4. Disfruta de los detalles. No disfrutamos del presente porque muchos de los detalles que ocurren a nuestro alrededor forman parte de nuestros normales.
Es normal tener agua caliente, es normal tener fruta fresca, es normal
tener amigos con los que reír y desahogarte, etc. Cuando algo pasa a ser
normal, pierde valor. Dejamos de ser agradecidos con ese momento y con
ello, de disfrutarlo. Presta atención a lo que te rodea, agradece lo que
tienes, sé consciente del nivel de bienestar del que gozas. Y deja de
mirar tanto lo que te falta y lo que no funciona.
5. Aparta lo que resta.
Puedes elegir qué pensamientos son titulares y cuáles no van
convocados. Eres el entrenador de tus pensamientos, y tú eliges quién
sale a jugar. No te des explicaciones, ni argumentes contigo cada una de
tus preocupaciones. Ya sabes que son irracionales, así que deja de
darles valor.
6.Prioriza tu intención de estar aquí y ahora. Habrá
momentos en los que pienses, "sí, sí, luego estaré en el presente, es
que ahora me urge esto otro". Si siempre te dejas a ti y a tus
prioridades para el final, nunca llegarán a ser una realidad. Disfrutar
es un propósito que puedes empezar a practicar en cada acción del día a
día, por pequeñita que sea. No temas, no va a enlentecer tu vida. Solo
la va a enriquecer.
7. Ponte recuerdos visuales que te ayuden a generar el cambio.
La dificultad de cambiar está más en el olvido que en la fuerza de
voluntad. Por muy motivado que estés para vivir más el presente, si
llevas equis años comportándote con prisas, es difícil que con el simple
propósito te acuerdes de ello. Ponte de fondo de pantalla, en la nevera
o en el coche mensajes que te recuerden que tienes la intención de
disfrutar y cumplir con estos puntos. Hasta que no nos acostumbramos a
un objetivo nuevo no se convierte en un hábito. Y el hábito lo es porque
lo hemos repetido muchas veces. Pero para poder repetir algo y que pase
a formar parte de nuestra rutina, tenemos que acordarnos de ello. Y no
te castigues diciendo algo como "¡es que si no soy capaz de recordarlo,
es que no debe importarme tanto!" Deja de fustigarte y ponte recuerdos
que te ayuden. Hazlo fácil.
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